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La colonizaci�n manaba, colonizante del Ecuador

 

Manaba colonization, colonizer of Ecuador

 

Coloniza��o Manaba, colonizador do Equador

 

Rolando Fabi�n Zambrano-Andrade I
fzambrano0404@gmail.com
https://orcid.org/0009-0009-2915-9414
Mar�a Ivonne Guill�m-L�pez II
ivonne_guillem@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0001-5880-5125
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Correspondencia: fzambrano0404@gmail.com

Ciencias Sociales y Pol�ticas

Art�culo de Investigaci�n

 

 

* Recibido: 11 de junio de 2024 *Aceptado: 13 de julio de 2024 * Publicado: �22 de agosto de 2024

 

        I.            Licenciado en Gesti�n Local, Mag�ster en Proyectos de Desarrollo End�geno, Universidad Polit�cnica Salesiana, Especialista en Pol�ticas P�blicas para la Igualdad, FLACSO Brasil CLACSO, Investigador, Manab�, Ecuador.

      II.            Licenciada en Ciencias de la Educaci�n y Mag�ster en Administraci�n P�blica y Literatura Infantil, Docente Investigadora del Instituto Superior Tecnol�gico San Pedro, Manab�, Ecuador.

 


Resumen

La colonizaci�n Manaba, colonizante del Ecuador abordada en el presente trabajo gira en torno a revitalizar la identidad espacial y socialmente construida, adecuada a los contextos hist�ricos: ancestral, colonial y al bicentenario gran colombiano y republicano de Manab�; identidad "situada" no abstracta o aislada; formada y manifestada en relaci�n con el entorno, las circunstancias y las interacciones sociales, reconocidas y comprendidas desde las experiencias y perspectivas que configuran lo que aqu� se denomina identidad MANABA; identidad compleja entrelazada con estructuras sociales y culturales, que adoptadas, intentan evitar generalizaciones simplistas, reconocida en la diversidad y complejidad de las experiencias desarrolladas constituidas en soportes que deben ser explicados reliev�ndola hist�ricamente para la vigencia y utilidad presente manifestada y sostenida en saberes por sus portadores in-situ y donde se asienten con diferencial caracter�stica.

Palabras claves: colonizaci�n; colonizante; colonialidad; patrimonio; identidad; Manaba; Manab�.

 

Abstract

The Manaba colonization, colonizer of Ecuador addressed in this work revolves around revitalizing the spatial and socially constructed identity, appropriate to the historical contexts: ancestral, colonial and the great Colombian and republican bicentennial of Manab�; "situated" identity not abstract or isolated; formed and manifested in relation to the environment, circumstances and social interactions, recognized and understood from the experiences and perspectives that make up what is called MANABA identity here; complex identity intertwined with social and cultural structures, which, adopted, try to avoid simplistic generalizations, recognized in the diversity and complexity of the developed experiences constituted in supports that must be explained, relieving it historically for the present validity and usefulness manifested and sustained in knowledge by its bearers in-situ and where they settle with characteristic differential.

Keywords: colonization; colonizer; coloniality; heritage; identity; Manaba; Manabi.

 

Resumo

A coloniza��o Manaba, colonizadora do Equador abordada neste trabalho gira em torno da revitaliza��o da identidade espacial e socialmente constru�da, adequada aos contextos hist�ricos: ancestral, colonial e do grande bicenten�rio colombiano e republicano de Manab�; identidade �situada� n�o abstrata ou isolada; formada e manifestada em rela��o ao ambiente, �s circunst�ncias e �s intera��es sociais, reconhecida e compreendida a partir das experi�ncias e perspectivas que comp�em o que aqui se denomina identidade MANABA; identidade complexa entrela�ada com estruturas sociais e culturais, que, adoptadas, procuram evitar generaliza��es simplistas, reconhecidas na diversidade e complexidade das experi�ncias desenvolvidas constitu�das em suportes que devem ser explicados, relevando-a historicamente pela validade e utilidade presentes manifestadas e sustentadas em conhecimento por seus portadores in-situ e onde se estabelecem com diferencial caracter�stico.

Palavras-chave: coloniza��o; colonizador; colonialidade; heran�a; identidade; Manaba; Manabi.

 

Introducci�n

El homo sapiens se distingue entre cultura y naturaleza; culturalmente conforma sistemas comunes e interdependientes como especie y con su contexto; premisa-conclusi�n gestada en procesos esenciales: social, productivo, cultural, etc., con los que cobra importancia para el consecuente dominio de la naturaleza y posterior colonizaci�n, �forma de dominaci�n directa, pol�tica, social y cultural de los europeos sobre los conquistados de todos los continentes� (Quijano, 1992, p. 11); la sucedida en Am�rica, es anterior a la europea de 1492, debido a que los pueblos originarios de la Abya Yala estaban en la conformaci�n de imperios como el Tahuantinsuyo con medio siglo de dominaci�n del que fue y es parte el Ecuador colonial, grancolombiano y republicano; la expansi�n del Tahuantinsuyo coincide con la conquista espa�ola, hecho clave que facilit� el sometimiento y control de toda la influencia Inca y de pueblos locales existentes, despoj�ndolos de los ansiados recursos met�licos y estableci�ndose para el dominio gobernado hasta principio del siglo XIX, periodo en que se gestan independencias locales conformadora de la Gran Colombia (1819-1835), hasta el establecimiento definitivo del dominio pos colonial mediante el euroc�ntrico Estado liberal desde 1830 a la actualidad.

En estas, la colonizaci�n del Ecuador y de manera espec�fica la de Manab� le significaron cambios sustanciales en la din�mica territorial, poblacional y cultural-identitaria; imponi�ndose: idioma, religiosidad y provocando dr�sticas modificaciones de la comunal organizaci�n social; pese a ello se afirmaron aspectos relevantes confirmadores como la identidad aqu� denominada MANABA; esta es abordada y explicada su arraigo en la tradici�n alimentaria, la geograf�a poblacional, como la cultura oral y musicalizada en el continente provincial y portada por sus connaturales donde se asientan.

Ligando a la colonizaci�n con su efecto colonizante, ambas sustancias de la dominaci�n; causa-efecto configuradoras de la colonialidad, esta �colonialidad [se constituye en] el modo m�s general de dominaci�n en el mundo actual, una vez que el colonialismo como orden pol�tico expl�cito fue destruido� (Quijano, 1992: 14), concebida como la fase superior a la colonizaci�n, sin dejar de ser invasiva, se vuelve civilizatoria con y en el capitalismo global; todas estas categor�as se constituyen en fundamentos conductores desarrollados en el presente trabajo.

Impuesta la colonizaci�n, con esta se adopta formas diferentes o variadas a las ancestrales o locales, efectos colonizantes referidas a acciones, pr�cticas o influencias relacionadas con lo ancestral colonizado; desde estas perspectivas medulares se insertan al Manab� colonizado y a la vez colonizante de s� mismo, extendido al Ecuador mediante modos econ�micos-productivos y socioculturales externamente en lunares espec�ficos, sin ser hegem�nicos, se hacen parte de la dominaci�n nacional. Siendo la colonizaci�n un acontecimiento hist�rico significativo y complejo por sus consecuencias negativas espacial-poblacional, tambi�n forj� fusiones y resistentes afirmaciones presentadas, analizadas y puestas en perspectiva presente como insumo-fundamento del rumbo requerido al tercer centenario de lo Manaba y de Manab� desde una visi�n que supere la condici�n binaria usurpador-usurpado adecuando una convivencia para su h�bitat y fuera de este.

Abordaje enmarcando en la perspectiva del reconocimiento no solo de la identidad, sino del �negado conocimiento ancestral o tradicional, sin que entre a competir, reconocerse desde la ecolog�a de saberes para convivir m�s all� de la monocultura del conocimiento y del rigor cient�fico, identific�ndose en esos otros saberes con criterios de rigor y validez que operan de forma cre�ble en pr�cticas sociales que la raz�n meton�mica declara no existentes� (Santos, 2017: 237-263). El reconocimiento o reconocerse pasa por ser saberes olvidados o ignorados, requiriendo se establezca un dialogo en y entre las diversas formas de validaci�n de los saberes: gastron�mico, confecci�n de artesan�as u oralidad de lo Manaba como relevante tipo de conocimiento enraizado en lo local, en lo hist�rico hasta en lo moral parte de la malla de las epistemolog�as del sur (Ibidem), sin que el mecanismo de validaci�n deba responder necesariamente a los de la ciencia cient�fica y/o dominante.

 

 

Metodolog�a

El presente trabajo toma en cuenta la historiograf�a culturalista con enfoque de desarrollo; estudio hist�rico que combina las perspectivas de la historiograf�a cultural y la atenci�n especial a los procesos de desarrollo social y econ�mico en el tiempo. Enfoque que busca comprender c�mo la cultura y el desarrollo est�n interrelacionados, examinando c�mo las din�micas culturales influyen y son influidas por los cambios econ�micos, pol�ticos y sociales; para esto se recurre metodol�gicamente, no solo a la descripci�n de hechos acontecidos en variados periodos de la vida de un territorio, jurisdicci�n o sociedad, en este caso Manab�, sino desde este rastrear su formaci�n y/o conformaci�n del sistema de organizaci�n social mediante la revisi�n e interpretaci�n documental realizada emp�rica y especializadamente para utilidad y certeza del presente sin caer en juicios al inventario hist�rico; recurriendo a estos, hilvanar los contenidos y sentidos estructurados y estructurantes en perspectiva presente de los componentes de la colonizaci�n y su efecto colonizante; circul� dialectico de causa-efecto aplicadas en las dimensiones territoriales y la incidencia ecol�gica en la estructuraci�n social, productiva y cosmol�gica que da como resultado la vigente identidad con arraigo que es la Manaba y sus elementos confirmadores patentados en el patrimonio heredado y sostenido en el tiempo y espacio adecu�ndose en y con los mismos efectos colonizadores y colonizantes. Este abordaje no pretende ser un insumo m�s del pasado y presente de Manab�, sino un aporte al debate pendiente y concordante del d�nde venimos, qu� somos, con qui�n y hacia d�nde vamos; buscar superar la visi�n econ�mica o tecnocr�tica del desarrollo, reconociendo que la cultura es crucial en la forma en que las sociedades abordan los desaf�os del cambio y el desarrollo.��

 

Resultados

En el Ecuador del litoral central se asienta la provincia de Manab�, contexto territorial con una extensi�n de 19.532 km� situado a 1� 3′ 7.99″ S, 80� 27′ 2.16″ W; su etimolog�a proviene seg�n cronistas de la colonia, a que los abor�genes la conoc�an por el Partido de Puerto Viejo como Manapi o Manaphi por la denominaci�n de una tribu que pobl� este valle central y oriental del actual r�o Portoviejo; en la transici�n colonial se dice haberse dado el cambio de la letra P por la B, quedando �Manab��. Versi�n que no invalida los vocablos quichuas: MANA, que alude a Nada, y PHI, Agua, design�ndola como carente o sin agua; admitida porque sus accidentes naturales h�dricos que desembocan en el oc�ano Pac�fico no provienen o nacen en la cordillera de los Andes, siendo de cortos recorridos y peque�os caudales sin navegabilidad, situaci�n constante que provoca d�ficit h�drico en la estaci�n seca.�

Los factores naturales son claves para la vida de un territorio y poblaci�n asentada; condicionalidad que a Manab� la hace tradicional expulsora de sus connaturales al no poder albergar la reproducci�n humana en su conformado abanico de �dos zonas ecol�gicas diferenciadas: la costa seca, que bordea el mar desde la Bah�a de Car�quez hacia Cayo y Machalilla al sur, y la costa h�meda que se extiende tanto al norte de Cabo Pasado como al interior, confundi�ndose con el pie siempre h�medo de la cordillera de los Andes� (Due�as, 1991: 14); la costa seca asiento originario de los pueblos con mayor homogeneidad organizativa entre la actual Crucita extendido al sur Jaramij�, Manta, Montecristi, Jipijapa y Puerto L�pez; al norte entre Bah�a de Car�quez, Jama, Coaque hasta Coximies actual Pedernales y hacia el continente: Picoaz�, Portoviejo, Rocafuerte, Charapot�, San Isidro hasta Tosagua. Por el otro lado el copamiento continental contempor�neo de pueblos que extendieron la frontera agr�cola a partir de 1860 con menor homogeneidad organizativa al noreste provincial en los actuales cantones: Jun�n, Bol�var, Chone, Flavio Alfaro, Pichincha y El Carmen.

Ambas zonas ecol�gicas forman este �territorio socialmente construido, en un primer estadio dio lugar al asentamiento de la comunidad humana nativa, la que fue disponiendo de todos los recursos naturales y de sobrevivencia que el contexto les prove�a. En el segundo estadio de colonizaci�n se expandi� el uso del suelo, someti�ndolo a una explotaci�n intensiva que ha provocado la p�rdida paulatina de la condici�n originariamente natural del espacio� (Zambrano et al., 2019, p. 62).

Condicionalidad ecol�gica que ha forzado la emigraci�n colonizadora de manabitas hacia lunares significativos a las actuales provincias de Santo Domingo de los Ts�chilas y sur de Esmeraldas: Muisne, Atacames y Quinind�; Los R�os: Buena Fe y Quevedo; Guayas: El Empalme y Pedro Carbo, adem�s contribuyente de la atrayente expansi�n urbana desarrollista de Guayaquil y Quito a partir de 1970; terminada en tiempos de colonizaci�n en la m�tica franja amaz�nica ecuatorial. Efecto emigrante-colonizador que no se detiene al territorio provincial y externo nacional, sino tambi�n fuera de la frontera nacional hacia: EE. UU., Venezuela y Europa (Espa�a).

Este Manab� al 2024 cumple 200 a�os, bicentenario provincial, jurisdicci�n devenida de la colonizaci�n cat�lica-espa�ola de fragmentadas fundaciones de villas o parroquias eclesiales para la evangelizaci�n y control socio-territorial; reapropiadas por los independentismos locales de Guayaquil y Portoviejo a octubre de 1820; independentismos que deb�an ser neutralizados y procesados para el control jerarquizado al dominio de la Gran Colombia (1819-1835) mediante la Ley de Divisi�n Territorial de 1824; l�gica usual de control y dominaci�n hist�rica apegada al viejo proverbio latino, �divide y reinaras� (divide ut regnes) de fundamento cartesiano, a un problema grande, dividir �su soluci�n�, donde el amplio territorio independizado de la Gran Colombia deb�a ser fraccionado jurisdiccionalmente en: departamentos, provincias y cantones para sostener el dominio; al dividir el territorio, las demandas dejan de ser a la totalidad del Estado, pasando a ser solo del Estado fraccionado (provincias y cantones); fraccionamiento no convenido para una mejor organizaci�n, debido que esta matriz de dominaci�n no se impuso, siendo superpuesta para el caso del Ecuador por los Departamentos de Quito, Guayaquil y Cuenca que armaron la rep�blica independiente de 1830.

Separado tempranamente el Ecuador de la Gran Colombia y declarado Estado independiente, el provincialismo jurisdiccional se ajust� a la construcci�n para el dominio del Estado nacional, disolviendo los Departamentos que restableci� la categorizaci�n provincial en condici�n de igualdad jur�dica; con esta categorizaci�n jurisdiccional, �territorialmente se homogeniz� el espacio, disolviendo las diferencias, unificando la diversidad y simplificando la realidad� (P�rez, 2016: 10), trabando alcanzar solvente autodominio con niveles de desarrollo de incidencia nacional, pero m�s para los y las manabitas; provincializaci�n con la que se ha pretendido despojar al dominio colonial no solo de la presencia espa�ola, sino de la,

the natural relationship/dependence of the colonial economic dominance of Guayaquil, reinforced at the same time with the construction and operation of the seaport in 1966 and the industrial installation since 1965 in Manta, which strengthened the relationship/dependence of Guayaquil's import port; contrasted with ����������� Portoviejo, the political capital that installed the centralist state dominance preventing margins of self-dominance, accentuated at present by the territorial deconcentration of the executive, which contributes little to the governing jurisdictional organization of Manab�� (Zambrano et al., 2022: 75). (traducci�n; de la relaci�n/dependencia natural de la colonial dominaci�n econ�mica de Guayaquil, reforzada a su vez con la construcci�n y operaci�n del puerto mar�timo en 1966 y la instalaci�n industrial desde 1965 en Manta, que fortaleci� la relaci�n/dependencia del puerto importador de Guayaquil; contrastada con Portoviejo, capital pol�tica que instal� el dominio estatal centralista impidiendo m�rgenes de autodominio, acentuado en la actualidad por la desconcentraci�n territorial del ejecutivo, que poco aporta al que rige la organizaci�n jurisdiccional de Manab�).

La dependencia en menci�n presente al actual dominio pol�tico-econ�mico; despojarse sigue siendo el desaf�o, los �ltimos datan en 1974 impulsando la configuraci�n del �Manabitismo� por parte de manabitas estudiantes y residentes en Quito, pretensi�n para relievar a la provincia por el abandono del centralismo gubernamental, por lo tanto carente de elementos de revitalizaci�n identitaria; por esto el Manabitismo se lo relaciona como un producto pol�tico-institucional sin trascender al Manab� profundo, a pesar de reforzarlo desde el 2003 declarando a Junio mes del �Manabitismo�, momento que muestra tradiciones culturales-ancestrales, cuyo centro de conmemoraci�n es la institucionalidad provincial; a la par se gestaba la demanda �Autonomista� para reivindicar mayor participaci�n presupuestaria de la hacienda nacional y cierto destino con autodominio que equilibre, integre y cohesione al Estado nacional adecuando un r�gimen auton�mico necesario consultado y favorablemente sufragado el 17 de septiembre de 2000 (Diario El Universo, 2000).

El Manab� provincia, antes y en la republica su din�mica poblacional es importante para el Ecuador, �en la pre-conquista se calcula unos 125.000 habitantes. Para 1605 se redujo apenas a 2.000 habitantes. En pocas d�cadas, aquel valle densamente poblado descrito por espa�oles, quedo pr�cticamente desolado. A inicios del siglo XVII quedaban solamente 11 tributarios originarios, a m�s de las parcialidades que hab�an sido reubicadas ah� por orden del Visitador Loayza� (Due�as, 1991: 20); dispersi�n provocada por resistirse a la dominaci�n colonial,� acontecimiento que supone dio origen al campesinado provincial; de la poblaci�n que qued� dispersa territorialmente pudo sostenerse con el ancestral mecanismo descentralizado de subsistencia; todos estos hechos hubieran influido se arme una clase econ�micamente fuerte que se perfilara como la �lite dominante.

Dispersi�n originaria que hizo a Manab� resistente a los sentidos de cohesi�n e integraci�n, acentuada en la rep�blica debido a que el proceso de construcci�n del Estado nacional y en Manab� no fue homog�neo, sino diferenciado en lo referente a la estructuraci�n de la �lite y la acumulaci�n, siendo de car�cter local-regional y no nacional; en ausencia de este clave factor de control social y territorial, las FFAA estructur� el dominio nacional, sin ser trasladado a la �lite pol�tica, lograda de alguna manera en tiempos de irrupci�n del movimiento ind�gena en 1990 expresando un sentido nacionalista, m�s que plurinacional y el copamiento del progresismo electoralista a partir del 2007; ambos actores han pretendido imprimir un dominio nacional resistido por los poderes y �lites local-regional lideradas desde enclaves como Guayaquil a la que se subordina la dispersada ��lite� de Manab�.

De manera espec�fica para Manab�, �su matriz hist�rica es de corte mercantil. Esto es muy importante tenerlo presente �������� para poder comprender las diferentes instituciones productivas y sociales formadas. ���� Por definici�n, el mercantilismo constituye un factor de individualizaci�n o dispersi�n y no de unificaci�n en el aspecto social y econ�mico. En efecto, no genera un mercado econ�mico homog�neo con formas productivas uniformes� (Zambrano, 2020, p. 13).

Estos antecedentes colonizadores, territoriales y espaciales nacional y provincialmente son esenciales, especificaciones que se articulan en el desarrollo referente a la identidad de lo Manaba; sin este contexto es complejo la significaci�n en la perspectiva revitalizante en su vital din�mica poblacional, sujeto activo de las colonizaciones y efectos colonizantes; la residente al 2022 (INEC) son 1 mill�n 592 mil 840, trascendida a residentes en lo nacional y en el exterior que configurar�an la Naci�n poblacional Manabita alcanzando unos 3 millones de personas, este mencionado sentido de Naci�n se acoge en cuanto que se comparte identidad cultural, historia, ling��stica y de ancestro sangu�neo territorial.

La evoluci�n de esta din�mica poblacional residente de acuerdo con registros censales desde 1990 al 2022 y comparada con la nacional especificada espacialmente en lo urbano y rural es mostrada en la tabla 1.

 

Tabla 1: Registros censales desde 1990 al 2022

INFORMACI�N CENSAL %

Escenario

1990

2001

2010

2022

Urbana

Rural

Urbana

Rural

Urbana

Rural

Urbana

Rural

Nacional

55,4

44,6

61,1

38,9

62,74

37,26

63

37

Manab�

41,98

58,3

51,89

48,11

56,38

43,62

58

42

Fuente: INEC, 2022

Elaboraci�n: Autores

 

Registros censales �tiles al presente abordaje, demostrando una reversi�n tendencial nacional y global de preponderancia rural en 1990, a urbana al 2022; din�mica poblacional significativa, debido y a pesar que la poblaci�n manabita es preponderantemente urbana, su g�nesis identitaria radica en lo rural; este urbano se comporta como un espacio culturalmente rural con ciertos rasgos diferenciales de configuraci�n urbana por incidencia normativa, que influye tambi�n en la urbanizaci�n de lo rural.

Lo expuesto es parte del contexto conformador de la estructuraci�n dominante del Ecuador en el que se inserta Manab�, resistiendo y manteniendo la riqueza identitaria de su patrimonio cultural, del definido por la UNESCO (1982) �es la herencia que recibimos de nuestros antepasados, forma parte de nuestra herencia y nos hace �nicos como pueblo. Conocer nuestro patrimonio nos da sentido de pertenencia, fortalece nuestra identidad y nos ayuda a valorar lo que tenemos�.

Patrimonio hecho mediante la dial�ctica del lugar sustentada por los representantes de esta corriente (Hegel y Marx), concibiendo que, en la relaci�n entre la cultura y el lugar, desde este contexto el ente cultural se desarrolla a partir de su entorno y contexto espec�fico. Esto significa que la cultura de una sociedad o grupo de personas est� influenciada por donde se desarrolla, pudiendo ser una regi�n geogr�fica que es Manab�, y de esta sus recursos propios, clima, historia, interacciones sociales y otros elementos locales influyen en las tradiciones, costumbres, alimentaci�n, arte, m�sica, idioma (modismos y oralidad) y dem�s aspectos culturales de una comunidad. Desde esta perspectiva el ente cultural se construye en y a trav�s del lugar debido a la interacci�n din�mica entre la cultura y su entorno. Esta cultura no solo es moldeada por el lugar, sino que tambi�n puede influir y transformar el entorno en el que se desarrolla, creando as� una relaci�n de interdependencia y cambio constante entre la cultura y el lugar.

Elementos conformadores de la sociedad local, que es �un sistema de acci�n sobre un territorio limitado, capaz de producir valores comunes y bienes localmente gestionados� (Arocena, 1995: 20). Con esto Manab� ha producido y produce valores comunes desarrollados y sigue gestionando y produciendo o reproduciendo con sus saberes: alimentario, artesanal, productivo, oral, etc.

Haciendo una identidad de territorio, entendida seg�n De San Eugenio (2013:192), citando a Camprub�, como �el conjunto de elementos y atributos que singularizan a la sociedad que lo habita, entre los cuales destaca la historia, las tradiciones y la cultura, teniendo en cuenta que esa misma identidad se ha formado a partir de unos determinados procesos sociales�.

Esta identidad de territorio convertida en una marca de territorio que Govers y Go plantean,

�es la representaci�n de la identidad de las marcas territoriales como instrumentos ����� de competitividad espacial un lugar mediante la construcci�n de una imagen ���������� favorable, tanto en el �mbito interno como en el externo, algo que le proporcionar�, ��� de modo autom�tico, una notoriedad, una calidad percibida, as� como otras ���� asociaciones positivas de marca� (De San Eugenio, 2013, p.149).

Con y por esto �l y la Manaba aut�nticos guardianes de su mayor legado heredado, que es la tradici�n alimentaria conservada o reproducida en su h�bitat natural-jurisdiccional, como fuera de este llevada consigo en la Alforja, indumentaria tejida de algod�n con dos bolsillos que sirve de equilibrio para ser transportada en el hombro humano o a caballo, guardando celosamente todo el inventario domesticado y probado de semillas en granos tradicionales, tub�rculos y especias saborizantes, como: el cacao (theobroma cacao) y las adaptadas especies en: c�tricos (citrus), huevos de aves de gallina criolla (gallus domesticus), ganado bovino (bostaurus) tra�das tempranamente de castilla por las primeras poblaciones que se asentaron con la colonizaci�n espa�ola.

Todos estos acontecimientos de: reducci�n, dispersi�n, expansi�n, copamiento, colonizaci�n y emigraci�n poblacional han significado cambios minando desarraigos, del ling��stico, por ser la poblaci�n originaria permeable de adoptar la poderosa lengua espa�ola y en el periodo contempor�neo a modismos externos sin ser alterado o modificado el patrimonio inmaterial, del definido por la UNESCO (2003) son,

�los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y t�cnicas �junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes a las ��������� comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte �������� integrante de su herencia cultural. Patrimonio que: se transmite de generaci�n en� ����� generaci�n; es recreado constantemente por las comunidades y grupos en funci�n de ����������� su entorno, su interacci�n con la naturaleza y su historia; infunde un sentimiento de ����� identidad y continuidad; contribuye a promover el respeto de la diversidad cultural y ���������� la creatividad humana; es compatible con los instrumentos internacionales de ���������� derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre ��������� comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible�.

De este patrimonio inmaterial, el alimentario es vital, con o por este se distingue lo humano del resto de la fauna; debido a que lo humano produce alimentaci�n, y al ser omn�voro logra seleccionar por preferencias individuales. Lo destacado en o de la alimentaci�n es por ser cocinada con el fuego; aqu� radica la diferencia entre naturaleza y cultura; la cocina y el fuego le da identidad a lo humano. El previo a la cocina en menci�n es la producci�n alimentaria, proceso domesticado y adaptado de toda la gama de granos, tub�rculos y fauna alimenticia que dispone. Aclarando que la cocina no solo es cocer, eso solo es hacer comestible a los alimentos; esta cocina, cocci�n y preparaci�n en la modernidad est� ligada a seguridad y salud (Montanari, 2004: 31-53). Esta esencia de lo humano es la que porta interna y externamente lo Manaba; por eso Manab� no solo es una provincia o territorio, sino una identidad puesta en valor por sus naturales; tan influyente que hasta los no naturales al convivir temporalidades adoptan la riqueza y variedad alimentaria que la reproducen al igual que sus connaturales donde habiten.

Esta diferencia entre cultura-naturaleza contrasta a los enfoques culturalistas que afirman vac�os o debilidad en la historia e identidad de nuestros pueblos; hip�tesis falsa para Manab�, su historia e identidad no comienza en la colonia, tampoco termina o se revitaliza con la rep�blica; est� es anterior y se sostiene con huellas de saberes y artes vivos sin nombres o apellidos; nombres y apellidos enfoque de la historia dominante republicana; por eso la historia e identidad Manaba se viste o reviste en saberes: alimentario-productivo, en tejidos, la pesca y la contempor�nea artesan�a; este conjunto de saberes resultan ser su patrimonio inmaterial soberano que no necesita de declaraciones institucionales local, nacional o de la humanidad. Reivindicando lo Manaba y no lo manabita; lo manaba denota identidad vs lo manabita a jurisdicci�n republicana; entonces lo manaba es m�s all� de la jurisdicci�n estatal y el territorio.

Identidad a lo Manaba conformada en el encierro continental mediante fragmentos confirmadores generados por la autosuficiente subsistencia alimentaria, cuando se abre a la �integraci�n� de la rep�blica se disipa o desintegra sentenciada en la visible fragmentaci�n jurisdiccional cantonalista-parroquialista; esta suerte-desgracia dada en la construcci�n del Estado nacional, rep�blica en chiquito (extensi�n territorial) limita la integraci�n y cohesi�n jurisdiccional-poblacional; resistencia de la sobreviviente autosuficiencia alimentaria en las colonizadoras fundaciones cat�licas, la multiplicada fragmentaci�n de jurisdicciones internas de la rep�blica impuestas por la dominaci�n sin proyectos integradores del o al Estado nacional. Pese a estas poderosas intervenciones, el Manab� de jurisdicciones fragmentadas sigue conservando, dif�cil diluir ni con la visi�n civilizatoria mercantilista-consumista; por lo dicho, la fortaleza identitaria cabe en la alforja, porque el/la manaba est� o no en su terru�o, lleva la tradici�n alimentaria a valorarse como su tesoro del que contagia donde se asienta.

Corroborada por afirmaciones de que �la comida es una realidad social en nuestro Manab�, est� unida a una se�al de hospitalidad y de una ritualidad religiosa, festiva y luctuosa. Nada mejor distingue a los manabitas que el af�n de convidar a quienes los visitan a uno de sus platos y hacer gala del sabor delicioso de estos y de c�mo se los prepara. Por lo visto, esto tiene sus ra�ces ancestrales, ya que los cronistas nos hablan de esta hospitalidad� (Regalado, 2014, p. 55).

Esta realidad social ancestral y presente radicada en la variada culinaria, contenida en granos, tub�rculos y prote�nas de la fauna terrestre y marina fusionada en la republica contempor�nea en dos sustancias esenciales, el asi�tico pl�tano (musa � paradisiaca) adoptado como propio y el originario man� (arachis hypogaea) con m�s de 15 variedades (11 son coleccionadas poseyendo diferentes colores, tama�os y texturas y 3 est�n en peligro de extinci�n); a estos a�adidos los propios zapallo (cucurbita) y camote (Ipomoea batatas), los amaz�nicos cacao (theobroma cacao) y yuca (manihot esculenta), el mesoamericano ma�z (zea mays) y el asi�tico grano de arroz (oryza sativa) este �ltimo consumido desde finales del siglo XIX.

Riqueza que no se centra en el plato cocido o presentado para servir, degustar y saborear familiar y/o comercialmente, sino en las relaciones familiares, vecindarias y afinidades en la preparaci�n de semillas, suelo, siembra, limpieza, producci�n y consumo en estado verde y seco; estado verde y seco aplicado a las variedades de man�, fr�jol, habichuela, ma�z (choclo, chocol�n y seco), gama alimentaria cruzada por el compartir familiar-comunitario.

Esta base y complemento de la comida que se prepara y degusta no var�a del cotidiano uso familiar, con la que se expende comercialmente; mucho m�s para propios; la comida u alimentaci�n es la conexi�n-extensi�n de la cocina familiar a la comercial, por esto se parafrasea habitualmente, �de la cocina, al comedor�.

Para esta riqueza y variedad alimentar�a manaba el sufijo Iche es exclusivo, cuyo significado es comida o man� propio de la lengua pescadora o lengua franca que utilizaron pescadores ancestrales para poderse comunicar entre las diferentes civilizaciones con las que mantuvieron relaciones comerciales; sufijo adoptado como s�mbolo alimentario, denominando a platos o dulces, como: Viche, sopa o fanesca manaba con m�s de 10 especies cuyo centro son los mariscos (pescado, camar�n, cangrejo o guariche, este �ltimo usado como modismo manaba); Corviche, bocadillo hecho de la uni�n de pl�tano rayado y man� cuyo centro es de marisco (pescado o camar�n); Ceviche, plato esencialmente cuyo centro son mariscos (pescado, camar�n, cangrejo, concha, etc.) acompa�ado con chifles de pl�tano y/o con un diluido de man�; Troliche, dulce preparado de leche, huevo, az�car que al cocer se endurece y se lo adorna con papel de colores compartido en festejos familiares, a la actualidad disponible para la degustaci�n comercial.

Riqueza alimentaria cualificada por la UNESCO al declarar a Portoviejo ciudad Creativa Gastron�mica en Par�s el 30 de octubre de 2019, facultad que alberga diariamente a manabitas de otros cantones que realizan gestiones burocr�ticas, aprendiendo a proveer servicio de alimentaci�n manaba. Otra alternativa gastron�mica es el laboratorio de conservaci�n y propagaci�n a trav�s del proyecto ICHE con la Fundaci�n Fuegos,

�un ecosistema diverso centrado en la gastronom�a. Ubicados en el norte de Manab�, �� Ecuador. Este ecosistema incluye un restaurante, una escuela de comida y �������� hospitalidad, un laboratorio de innovaci�n y una incubadora de emprendimientos ���������� culinarios�, cuyo objetivo es, �elevar y promover la rica cultura culinaria de Manab� en el escenario global, reforzando la identidad cultural, impulsando al mismo tiempo ����������� la sostenibilidad, la innovaci�n y la inclusi�n social. A trav�s de la comida, ������ aspiramos a impulsar el desarrollo territorial, rescatar y revalorizar las pr�cticas de ��� agricultura y pesca sostenibles. Esperamos convertirnos en un l�der global en la ���������� cultura gastron�mica manabita y el desarrollo sostenible�; el impulsor de este ������� proyecto define que, "la comida puede ser una herramienta poderosa para reactivar ����������� la econom�a, aumentar la autoestima de las personas y liberar la esperanza y ��� creatividad" (Bellettini, 2016).

Comida con marca de origen y destino que no necesita publicidad, se vende sola; la publicidad si cabe fuera de la frontera provincial se hace al comedor o restaurant llevando por nombre Manab� o de alguno de sus cantones, negocio garantizado; este patrimonio alimentario es uno de los elementos de mayor colonizaci�n del Ecuador, aprovechada hasta por no manabas; comida Manaba que en tiempos tecnol�gicos ha multiplicado con amplia aceptaci�n escuelas y tutoriales en redes especializadas, tradicionales y cotidianas.

De esto bueno no tanto y en exceso, comida tambi�n contribuyente a morbilidades que son parte de las pandemias planetarias y cuadros prevalentes de Enfermedades Cr�nicas No Transmisibles (ENTs), m�s a�n si proviene de derivados altamente procesados de la industria; resisti�ndose, est� minando a la tradicional comida manaba, provocando: sobrepeso/obesidad como causa principal de las ENTs (hipertensi�n, cardiovasculares, el c�ncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes). En Ecuador estas ENTs representan 6 de las 10 primeras causas de muerte y el 24% del total de muertes (MSP, 2016).

Por esta preocupante identificaci�n se debe conservar el patrimonio alimentario Manaba con la siembra y reproducci�n en Era, construcci�n de una cama elevada de ca�a guadua instalada en el patio de la vivienda campesina con tierra de monte que mantiene especias vivas saborizantes en: cebolla verde (allium fistulosum), cilantro (coriandrum sativum), tomatillo, pimiento. El fog�n como centro, que a su alrededor se prepara para el cocido y asado con utensilios en piedra de moler, tabl�n o tabla de picar, rallos de metal, la batea de madera, el molinillo, recipientes en ollas de barro resistentes al fuego que son parte del toque y peculiar sabor, adornado con utensilios de mate (lagenaria siceraria) en cuchara y colectores de agua. Gama propia del desarrollo de la cer�mica de los pueblos originarios, a la que se le incorpor� el uso de la hoja de pl�tano asada en diversas envolturas para el toque peculiar de la comida Manaba. Esta gama debe ser conservada no en museos muertos o fotografiados, sino vivos en instalados bancos de germoplasma que guard� en el tiempo y espacio las a�n especias vivas.

El componente alimentario, celosamente custodiado por la esencial familiar en clave identidad Manaba, geograf�a humana conformada y sostenida por apellidos como elemento distintivo de la colonizaci�n con las identidades registradas; en estos Manab� lleva la delantera, la mayor�a poblacional porta los apellidos de mayor preponderancia no solo provincial, sino nacional, de los reportados por el INEC-Registro Civil en orden de importancia son: 1. Zambrano, 2. S�nchez, 3. Rodr�guez, 4. Garc�a, 5. Vera, 6. L�pez, 7. Cede�o,� 8. Torres,� 9. Gonz�lez,� 10. Castillo (Machado & Cobos, 2021).

Rastreando el origen de estos apellidos: Zambrano, se deriva del lugar Zambrana, provincia de �lava del Pa�s Vasco; S�nchez, de ra�ces germ�nicas, patron�mico, deriv�ndose del nombre propio �Sancho� o �Sanz� com�n entre los visigodos; Rodr�guez, muy com�n en Espa�a y Latinoam�rica, patron�mico derivado del nombre propio �Rodrigo�, tiene ra�ces germ�nicas y significa �rico en gloria� o �famoso por su poder�. Garc�a, de origen espa�ol, su patron�mico deriva del nombre propio �Garc�a�, tiene ra�ces germ�nicas que proviene del �Garsea� o �Garc�a� y su significado es como �lanza valerosa� o �guerrero valiente�. Vera, tiene m�ltiples or�genes, puede ser de naturaleza topon�mica u ocupacional; el topon�mico podr�a derivar de la palabra �vera�, que significa �orilla� o �lugar cercano a un r�o�, el ocupacional en relaci�n con un huerto o finca.

Identificaciones conformadoras de territorios y/o jurisdicciones con imaginarios, �el chonense que no es Zambrano, no es chonense�, aduciendo que si la persona, aunque sus dos apellidos de identidad sean Cede�o-Mendoza, en la l�nea de ascendencia pr�xima o lejana se apellidaban Zambrano; el otro es del caso en la parroquia rural de Boyac� (Chone) aqu� se dice, �en Boyac�, despu�s de Dios, los Garc�a�.

De estos apellidos identificados, si llegaron con la colonia espa�ola primero o segundo a Manab� esta por comprobarse, lo que s� no est� en duda es que son parte de la mayoritaria geograf�a poblacional provincial, extendida a la nacional como elemento colonizador-colonizante; aspecto sustantivo donde el apellido m�s representativo siendo el Zambrano, para diferenciarse o distinguirse entre estos y descartar familiaridad consangu�nea en l�nea directa existen m�s de ochenta apodos establecidos y/o heredados para las subsiguientes generaciones de la Zambranada; bautizo o apodos relacionados con las caracter�sticas personales de los troncos familiares, siendo los m�s representativos: Cheque, Huascama (reptil), Guaba, Guatuso, Calabaza, Tigrillo, Gancho, Guariche, Cholod�as y m�s. Seguido est�n los Garc�a, no todos quienes se apellidan as�, siendo tantos dejen de concebirse familias consangu�neas.

Esta reproducci�n y sostenimiento preponderante de los apellidos en Manab� transformada en hip�tesis, se afirma ser producto del encierro durante el periodo colonial y poscolonial alargado hasta el desarrollismo de los 60 del siglo XX que se �integr� mediante los corredores viales con el centro-norte del Ecuador y con Quito; esta preponderancia apellidista colono-mestizo se extiende a lunares distintivos de la provincia, siendo los Mieles en Santa Ana y Olmedo; tambi�n en la ancestral poblaci�n chola, los Delgado y Pachay en Montecristi, Jaramij� y Manta; los Choez, Parrales, Piguave y Pincay en Jipijapa, Paj�n y Puerto L�pez. Es de destacar en este apartado que el apellido Gonz�lez de connotaci�n colona-espa�ola este regado en toda Latinoam�rica y Ecuador, para el caso de Manab� es un apellido registrado entre la poblaci�n blanco-mestiza y tambi�n en la chola.

De esta importante din�mica familiar, la convivencia poblacional de Manab� conformada en territorios claramente definidos y enlazados, a pesar de aquello ha sido y es conflictiva por priorizados intereses locales similar al contexto nacional y no producto de espacios cohesionados que tuvieron la decisi�n de acordar una mejor organizaci�n (G�mez, 1983: 365), hasta ahora no resuelta; adem�s de conflictiva, ha sido y es violenta para el dominio territorial por la ausente mediaci�n estatal, forzando intervenir en el periodo republicano por concebirla como una sociedad y territorio "ingobernable" en 1835, replicado en 1963, hasta el reciente 2008. Mecanismos "ilegales" legitimados en la resoluci�n de conflictos pol�ticos, econ�micos y territoriales, formando parte del imaginario social, reproducidos incluso cinematogr�ficamente y partidaria de la actual generaci�n, tambi�n �relevante en la revoluci�n liberal-alfarista con la participaci�n de los montoneros montubios� (Hidrovo, 2011: 33-62).

Situaci�n preocupantemente clave al ser un �estigma� no admitido, aduci�ndose que las relaciones sociales entre manabitas son co- constitutivas de violencia; hip�tesis que requiere profundidad para admitirla y/o desecharla como elemento colonizante; debido a que la co- constituci�n de violencia se basa en las interacciones sociales y las estructuras de poder como contribuyentes a la generaci�n y sostenimiento de esta en diferentes niveles, y no es el simple resultado de acciones individuales aisladas, sino arraigada en sistemas m�s amplios y complejos. Algunos de estos subyacen en las relaciones de poder, por su intrincado desequilibrio en manifestaciones, como: la discriminaci�n, el abuso y la opresi�n. Las estructuras sociales y culturales en cuanto a normas culturales, la institucionalidad social y las estructuras econ�micas desempe�ando un papel importante invisibilizando lo de g�nero, el racismo sist�mico o las desigualdades econ�micas contribuidoras a la violencia perpetuando estereotipos, prejuicios y desigualdades. La reproducci�n del ciclo de violencia por ser practicados en todos los eslabones sociales: familiar, educativo, laboral, callejero, religioso, pol�tico, etc. La marginalizaci�n y exclusi�n por dificultad de acceso a recursos, oportunidades y vigencia plena de derechos que propician y naturalizan pr�cticas violentadoras. Aproximaci�n concluyente que la violencia no se produce en un vac�o, sino que est� intr�nsecamente relacionada con las din�micas sociales, culturales y de poder, implicando no solo examinar acciones individuales, sino comprender y examinar las estructuras y normas que contribuyen a su reproducci�n-perpetuaci�n.

En este ir y venir de la historiograf�a Manaba por resistidas y adheridas jurisdiccional-poblacional, esta es concluida con y en la diversa existencia originaria de pueblos a la actual modernidad en dos categor�as de autoidentificaci�n cultural que hacen sus dos zonas ecol�gicas marcadas, en el bosque seco y del continente provincial lo Cholo-Montubio, la �ltima constitucionalizada (Constituci�n del Ecuador. Art. 56 y 59, 2008) por el car�cter intercultural del Ecuador y las dos entrelazadas mediante Ordenanza del Consejo Provincial de Manab� (2022) aprobada por Resoluci�n No. 007-PLE-CPM-30-05-2022. Art. 1, reconocer culturalmente al territorio de Manab� como provincia �cholo-montuvia�, sustentada por la obra de investigaci�n, Identidad Cultural de Manab�. �Entre cholos y montuvios� de autor�a de Ramiro Molina Cede�o (2023). Lo cholo es en relaci�n con el mar y la pesca; lo montuvio curtido en el monte con machete y montado a caballo amasando la agricultura de subsistencia; categor�as que cobran relevancia identitaria poblacional con la� constitucionalidad del Ecuador Estado Intercultural, inscripci�n patentada censalmente que en Manab� se declaran Montubios el 19,18% de la poblaci�n al 2010, incrementada al 33,6% el 2022; importancia producto de acciones afirmativas reivindicadas, disminuy�ndose porque la mayoritaria poblaci�n o pueblos mar�timos se autoidentifican Cholos; autoidentificaci�n no reconocida constitucionalmente, corregida mediante la Ordenanza provincial vigente.

En esta descripci�n de lo Manaba amestizado en o con la republica sigue revitaliz�ndose distintivamente rimado mediante la oralidad cultural trasmitida a la usanza en creados: cuentos, relatos, leyendas, f�bulas, cantos, oraciones, mitos, amorfinos, adornados con vestimentas representativas de lo cholo-montuvio, propios de su realismo m�gico.

Oralidad trasladada a la poes�a, cantada o coreada con el local-nacional-universal �Pasillo Manab�� que arraiga territorial y extraterritorialmente,

�Tierra hermosa de mis sue�os / Donde vi la luz primera / Donde ardi� la inmensa hoguera / De mi ardiente frenes� / De tus placidas comarcas / De tus fuentes y ��������� boscajes/De tus vividos paisajes / No me olvido Manab� / Son tus r�os los espejos / De tus c�rmenes risue�os / Que retratan halag�e�os / El espl�ndido turqu� / De tus ��������� cielos en esas tardes / En que el sol es una pira, / Mientras la brisa suspira / En tus frondas Manab�. / Tierra hermosa de mis ansias, / De mis goces y placeres, / El pensil de las mujeres, / Mas hermosas se halla en ti; / Por la gracia de tus hijos,7 Por tus valles por tus montes, / Por tus amplios horizontes / Te recuerdo Manab�. / Tierra bella cual ninguna, / Cual ninguna hospitalaria, / Para el alma solitaria, / Para el ����������� yermo coraz�n: / Vivir lejos ya no puedo / De tus m�gicas riberas, / Manab� de mis quimeras, / Manab� de mi ilusi�n� (Cede�o, El�as, 1935).

Repertorio acompa�ado por el saber hecho �Romance a la tejedora Manabita�, �Con una horma de esperanza / Y dedos de clavellina / Va tejiendo su sombrero / La manabita m�s linda / Que finas que son las hebras / Tan finas como ella misma / Ay quien fuera Horacio Hidrobo / O el panal de su poes�a / Para cantarte en aromas / Una canci�n de toquilla. / Dime linda manabita / Si es verdad que en tus vigilias / Tejes con aguas delgadas / O en diamantes cristalizas / Ese sombrero tan leve / Que m�s que sombrero es brisa / O es que tus dedos de p�talos / De rosas nardos y lirios / Est�n tejiendo un sombrero / Con rayos de luna india / Di porque haciendo milagros / Aun tus ojos no me miran / En altar de tamarindos / Entre oro incienso y mirra / O es que acaso por robar / Al creador sus maravillas / Con que teji� las estrellas / De los altares te quitan / Y te encarcelan celosas / Las rejas de eucarist�a. / �pero no!...guarda silencio / Tus secretos no me digas / Sigue en tu horma de esperanza / Tejiendo sue�os de alm�bar / Y diciendo a labios quedo / Oraciones de ambros�a / Teje teje tejedora / De dedos de clavellina / Teje tejedora / Y une mis versos a tu toquilla� (Del Castillo, Francisco, 1965).

Este contexto musicalizado llama la atenci�n, debido a que su autor�a creada por propios y extra�os fue realizada en el exilio colonizante, ser� por esto convertido en himnos coreados con nostalgia para propios y extra�os; este corolario se completa con la bailable y pegajosa �Cumbia Chonera� orquestada por y con Don Medardo y sus Players contagiando su interpretaci�n a nivel sinf�nico nacional e internacional, cuyo estribillo reza,

��Para ti, chonera linda! / Esta cumbia chonera yo la quiero bailar / Con mi negra sabrosa yo la quiero gozar� (Bautista, Segundo, 1968).

Estos pasajes espacio-temporales y sociales recorridos y destacados en el encierro de car�cter: natural, poblacional, colonial y republicano, aislaron a Manab� de su contexto externo, la ancestral conectada solo mar�timamente; los posteriores sentidos de �integraci�n� en tiempos republicanos fue con Don Eloy Alfaro presidente visionario (1895-1901 / 1906-1911), manabita-ecuatoriano de mayor reconocimiento en la historia nacional dise�ando la conexi�n continental provincial y nacional para aprovechamiento econ�mico-productivo, alcanzada solo provincialmente mediante l�neas f�rreas de dos ramales: Chone-Calceta-Tosagua-Bah�a de Car�quez 1909-1966 (79 km); y Santa Ana-Portoviejo-Montecristi-Manta 1912-1946 (60 km), dejando sin integrar Manab� con Quito que tempranamente hubiera instalado un puerto mar�timo nacional.

Este encierro como m�xima produjo un sentido de verse a s� mismo, careciendo de la estructural capacidad con visi�n emprendedora a pesar de la vocaci�n colonial y republicana agroexportadora del Ecuador, que en Manab� no se afinc� el desarrollo productivo-comercial requerido, salvo el intercambio pesquero del corredor Per�-centro am�rica, �sirviendo de ruta-gu�a a las florecientes fibras naturales que dieran renombre a la provincia en el per�odo colonial con la cabuya, la mocora y la paja toquilla (corludovica palmata); las dos primeras exportadas como materia prima y utilizadas para la fabricaci�n de aperos para la navegaci�n, y la paja toquilla, base de la industria del sombrero desde el �ltimo cuarto del siglo XVIII� (Due�as, 1991: 15); �por la importancia que adquiere la producci�n y la exportaci�n del sombrero de paja toquilla determina el surgimiento de una peque�a burgues�a comercial que fundamenta su proceso de acumulaci�n de capital� (Zambrano, 2020, p.104).

Sombrero que en tiempos de la construcci�n del canal de Panam� a inicios del siglo XX se lo llega a bautizar como �Panam� Hat�, reconocimiento que sustenta la declaraci�n, no al sombrero, sino al saber del tejido fino de paja toquilla (fibra de palmera) inscrito el 5 de diciembre de 2012 (7.COM), donde la UNESCO lo incluy� en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Interrumpido el funcionamiento de los ramales f�rreos instalados hasta 1966 volvi� a dejar a Manab� a su propia suerte, desconectada de la acumulaci�n agroexportadora del capital que fue el cacao al contexto nacional e internacional; para suerte o desgracia lleg� el desarrollismo sustituto de importaciones que instal� una incipiente industria en Manta a partir de 1965, la apertura vial de conexi�n con Santo Domingo, Quito y Esmeraldas (E38), el dise�o y construcci�n del Plan H�drico Manab� (PHIMA, 1989); proyectos estrat�gicos que dise�aron la actual morfolog�a urbana dominante entre Portoviejo-Manta.

El incipiente enclave industrial Manta-Montecristi-Jaramij� no expandi� su cobertura continental a todo el contexto provincial, solo fortalecido por la estrat�gica ubicaci�n de la riqueza atunera en la zona de influencia c�lida de El Ni�o y al mantener vivo el arte milenario de la pesca heredada del Pueblo Manta-Huancavilca; adem�s de haber instalado las procesadoras industriales del aceite nacional y de exportaci�n; todas estas ventajas competitivas que reinsertan al enclave y no a Manab� a la acumulaci�n del capital nacional e internacional.��

Lo descrito hacen los aspectos formadores de la antropolog�a cultural Manaba contenida en 3 (tres) elementos esenciales de relacionamiento social; la importante tradici�n alimentaria, los �rboles geneal�gicos que los diferencia o familiariza, debido a que la vida Manaba est� �ntimamente ligada a la alimentaci�n y todos terminan siendo parientes, aspecto de alguna manera admitido por el com�n mapa sangu�neo poblacional tipo A y B positivo. El otro es el arraigo territorial, entre manabas se distinguen o diferencian la vital pertenencia a las micro localidades, esta sella la fragmentada morfolog�a de cantonalismo y parroquialismo que limita la cohesi�n e integraci�n provincial.

Abordaje resumido en la definici�n de modernidad liquida hecho por Zygmunt Bauman (2003), �hoy la mayor preocupaci�n de nuestra vida social e individual es c�mo prevenir que las cosas se queden fijas, que sean tan s�lidas que no puedan cambiar en el futuro�, definici�n �til, reafirmando que �han llevado al ser humano a alejarse de aquello con lo que se manten�a unido, la sociedad�, donde para Manab� o los manabitas su identidad no es hecha con el Estado, tampoco impulsada por su dirigencia o �lite pol�tica, dispositivos-actores contrarios a la revitalizaci�n identitaria por su com�n denominador basada en la: individualidad, separaci�n y fragmentaci�n como mecanismos de dominaci�n.

Por esto la fortaleza de Manab� est� en lo identitario, donde lo provincial republicano no le ha significado su revitalizaci�n descuidada por la dirigencia caciquista sucedida en el bicentenario provincial fragment�ndola en 22 partes cantonales, 56 parroquiales y miles de barrios urbanos y comunidades rurales sentenciadas al atraso y pobreza registrada en la historiograf�a colonial, Gran Colombiana y republicana de Manab� constante y m�xima del exclusivo reconocimiento externo que descuid� y sigue descuidando la organizaci�n, cohesi�n e integraci�n interna; reivindicaci�n y reconocimiento compatible a los sentidos de dominaci�n provincial, nacional y global.

El Manab� colonizado espa�ol y de la rep�blica contempor�nea forzado tambi�n a colonizar lo nacional, huellas de f�cil identificaci�n en los territorios continuos o discontinuos a la provincia donde se ha implantado el modelo o modos de producci�n de subsistencia, efecto a la colonizaci�n nacional, variada o modificada en estos 50 a 60 a�os de colonizaci�n externa a Manab� por manabitas, producto readecuado y reforzado por la l�gica de dominaci�n nacional.

La colonizaci�n Manaba al Ecuador urbano tambi�n reprodujo viejas formas de organizaci�n denominadas Colonias, en su momento sirvieron de reconocimiento y base de apoyos pol�ticos a gobiernos de turno justificados por supuestos aportes a la provincia, disolvi�ndose en la modernidad liquida y virtual sin pertinencia y arraigo territorial, sostenido solo por el apellidismo y lo alimentario.

Efectos o repercusiones de la �integraci�n� de Manab� a la rep�blica desde 1960 ajustada a lo dicho por Antonio Gramsci (1929), que �lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer�, disyuntiva en la que se debate y sigue debatiendo, ya que su fortaleza radica en la identidad, que la republica ha pretendido minarla imprimiendo �lo nuevo�; nuevo que implica desarraigos por el uso capitalista no solo del territorio, sino del legado identitario que se resiste a morir.

Lo nuevo, siendo el uso capitalista del territorio, es tambi�n a la identidad alimentaria, marca territorial de origen que ha prosperado en exitosos emprendimientos como los �Cebiches de la Rumi�ahui�, nombre sin conexi�n directa con Manab�, pero sus emprendedores declaran �somos la primera cadena de comida del mar y representamos la tradici�n de la gastronom�a manaba� (/https://www.loscebichesdelaruminahui.com/historia/); en menor proporci�n existen otras emprendimientos de exclusividad en mariscos o en bocadillos de origen manaba regados por todo el escenario nacional; por esto se afirma que los mejores cocineros/cocineras est�n fuera de Manab�, aqu� Portoviejo capital burocr�tica entendi� aprender darle de comer a Manab� como se ilustra en el gr�fico1.

 

Gr�fico 1: Foto alusiva a la identitaria gastronom�a Manaba

No hay ninguna descripci�n de la foto disponible.

 

Esta cocina y lo alimentario es y sigue siendo un complejo y contradictorio entramado, debati�ndose entre el patriarcal machismo que le sigue asignando lo dom�stico exclusivamente a las mujeres y en lo comercial reapropiado por los hombres. A pesar de esta estructural contradicci�n, la gastronom�a manaba ya no es exclusivamente de Manab�, sino un patrimonio del Ecuador.

Otro uso o aprovechamiento de la identidad para beneficio del capital es al tejido fino mediante el sombrero de paja toquilla, este saber ancestral de renombre es importante rubro de la econom�a local espec�ficamente en Montecristi y marginalmente en Picoaz� de Portoviejo; actividad floreciente en la colonia, Gran Colombia y rep�blica, a la actualidad est� �gallina de los huevos de oro� (toquillales y tejedoras) se sostienen, pero la cadena de valor en cuanto a la participaci�n en los eslabones con enfoque capitalista es de 1 a 9, riesgo o peligro incluida en la declaratoria de patrimonio inmaterial de la Humanidad (2012), debido a que 1 es para la materia prima y el saber y 9 para los eslabones de comercializaci�n (Maldonado et al., 2019).

En definitiva, lo Manaba heredado, adoptado, trasciende en cada manabita; museo vivo, no muerto, sino habitado en y con sus saberes como forma de conocimiento reconocido y distante a la dirigencia pol�tica-gobernante; si estos admitieran que la fortaleza de Manab� en el bicentenario del 2024 radica en la identidad dimensionada al aprovechamiento econ�mico, se superar�an las asimetr�as sociales y territoriales. Por lo que Manab� seguir� rastreando certezas del pasado y dotando a la historiograf�a de mayor objetividad, insumo sustancial para encontrar un rumbo con autodominio pariendo manabas residentes y para exportaci�n.

 

Conclusiones

Acogida la modernidad en Manab� y lo Manaba, esta se hace liquida en el juego con pretensi�n de esquivar a la dominaci�n, la que utiliza la inteligencia e ingenuidad; descubierta, se camufla atractiva y �beneficiosa� en la dominante morfolog�a geogr�fica-poblacional del Manab� mestizo urbano-montubio centro-oriental y en la significativa chola marina-continental del sur ancestral; en estas se distribuye espacial y poblacionalmente la identidad, concentrando capitalistas beneficios que anidan sin procesar diferencias raciales, sobreviviendo una tolerable discriminaci�n chola-montuvia, campo-ciudad, inter e intraclases, perspectiva a readecuar conviniendo una mejor organizaci�n socioespacial para s� misma y con la actual migraci�n externa (venezolana).

Este Manab� originario, del ayer y hoy teje y sigue tejiendo su identidad con versos cantados, con sabores y con sus manos, resistiendo a lo nuevo disfrazado del Manab� �integrado� a la dominaci�n nacional y al capital globalizante, encerrado en celdas cantonalistas y parroquialistas encarcelado por su dirigencia convencida que el desarrollo local es subordinarse a la dominaci�n nacional-global que sigue trabando transformaciones con autodominio y bienestar.

Para poner a tono lo Manaba y a Manab� en la l�gica de la estatalidad globalizante, la fragmentaci�n/integraci�n seguir� siendo el sustento del dominio en todos los niveles a los que hay que resistir en tiempos de colonialidad; al corto plazo no modificar� la sujetada e insertada �integraci�n� subordinada al dominio nacional, con desintegraci�n subordinada del continente provincial en lo: pol�tico, econ�mico, social, en el que tendr� que resistir lo identitario.

La preponderante amestizaci�n manaba hecho-efecto colonizador-colonizante rescata la adopci�n de gran parte de la forma de vida originaria, sentido fuerte que le sigue dando configuraci�n al provincialismo republicano de Manab�, m�s que al nacionalismo manabita del Ecuador.

Argumentos y an�lisis de lo Manaba y de Manab� determina, que no debe seguir siendo abordado mediante enfoques reduccionistas hist�rico-geogr�fico separados en componentes: f�sico, pol�tico, econ�mico-productivo, social o etno-cultural, sino desde la visi�n integrada e integral que dimensione y conciba los saberes y la Naci�n-regi�n que supere el subordinado provincialismo parroquial.

 

Referencias

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� 2024 por los autores. Este art�culo es de acceso abierto y distribuido seg�n los t�rminos y condiciones de la licencia Creative Commons Atribuci�n-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)

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